EL URUGUAY PASTORIL Y CAUDILLESCO EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX
Este año (1811)  el interior  se sublevó  contra la autoridad española
residente en  Montevideo. Dirigía la Revolución un capitán criollo del
ejército "godo": 
José Artigas.
     
La Revolución  en un  principio acató la autoridad de la Junta de
Mayo en  Buenos Aires,  pero las  diferencias políticas,  económicas y 
sociales pronto  separaron a  los "orientales"  de los "porteños". En 
1813 el  Congreso de  Abril proclamó  los principios  políticos de  la 
Revolución: independencia de España; organización de un vasto estado, 
confederado primero y federado después, con todas las regiones del 
ex-virreinato de  Buenos Aires;  democracia y república. La capital 
debía estar fuera de Buenos Aires.
     
En setiembre  de 1815,  Artigas dictó  un Reglamento que repartió
las inmensas  posesiones de  los enemigos  de  la  Revolución,  "malos
europeos y  peores  americanos",  entre  los  mas  infelices",  siendo
preferidos los  indios, negros  libres y "criollos pobres". A cada uno
se le  entregaría una estancia mediana para la época con la obligación 
de construir  un rancho, dos corrales y sujetar el ganado de rodeo. La 
aplicación del  reglamento fue  en  parte  detenida  por  la  invasión 
europea de  1816 que  luego reseñaremos,  pero las  confiscaciones de 
grandes estancias  que precedieron a los repartos abonaron el odio que 
hacia Artigas  y sus  seguidores comenzó a sentir la vieja clase alta
del período colonial.
     
De 1811  a 1814 los orientales lucharon contra España procurando
con el  auxilio bonaerense  ocupar Montevideo.  Pero en enero de 1814,
Artigas decidió  que  el  objetivo  de  la  Revolución  no  podía  ser
sustituir un  "despotismo español",  por otro , el bonaerense, y dejó
solas a  las tropas  de Buenos Aires frente a Montevideo. Esta cayó en
poder de  los porteños  en junio.  Artigas hizo  entonces la guerra a
Buenos Aires,  auxiliado por  las provincias  ribereñas del Uruguay y
del Paraná, Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe, seducidas por las ideas 
federales. La  lucha fue desde entonces entre los federales , que eran
también  republicanos,   y  los   bonaerenses  que   eran  además   de
centralistas, monárquicos.  En 1815,  con  la  victoria  de  Guayabos,
Artigas  logró   que  los   porteños  devolvieran  Montevideo  a  los
orientales, y ese año pudo gobernar todo el país.
     
De 1816  a 1820  debió enfrentar  la  invasión  de  la  monarquía
 portuguesa asentada  en Río  de Janeiro.  Los lusitanos,  deseosos  de 
ocupar el territorio oriental que desde temprano disputaron a España, 
también invadieron  por el temor a que el sur del Brasil se contagiara 
de los principios republicanos y federales. El invasor portugués contó 
con el beneplácito de Buenos Aires y terminó con derrotar a Artigas en 
1820.
     
El país,  arruinado su  comercio y su ganadería por nueves años 
de  permanente  guerra  revolucionaria,  quedó  en  manos  portuguesas 
primero (1820-1822)  y brasileñas  después (1822-1825).  Una  porción 
importante  de  las  clases  altas  colaboró  con  el  invasor.  Este, 
representado por un hábil  general portugués,  Carlos Federico Lecor, 
prometió el orden y la devolución de sus propiedades a los confiscados 
por Artigas.  En 1821,  un congreso  orientales colaboradores  votó la 
incorporación de  la ahora llamada Provincia Cisplatina al Reino Unido 
de Portugal, Brasil y Algarves.
     
Las autoridades brasileñas, empero, concluyeron por desilusionar
a las  clases altas  e irritar  a los demás sectores sociales. Renació
con facilidad  el sentimiento antilusitano, fuerte en una población de
origen español que venía combatiendo los avances portugueses desde el
siglo XVII.
Los criollos  vieron poco  a poco como el invasor portugués prefería a
los lusitanos  en  los  repartos  de  tierras  y  en  las  concesiones
comerciales. El  sostenimiento del  ejército de ocupación era gravoso.
El autoritarismo  de Lecor  impidió el menor asomo de autogobierno, ni
siquiera cuando la Constitución brasileña de 1824 empezó a regir.
     
En abril  de 1825  se inició  la segunda  etapa de  la Revolución
cuando 
33  orientales
 -  número y  nacionalidad  un  tanto  míticos  - invadieron el  país y 
 en pocos  meses sublevaron  todo el medio rural
contra los brasileños que siguieron ocupando Montevideo. Luego de las
victorias de  Rincón y  Sarandí, el  gobierno de  Buenos  Aires  apoyó 
oficialmente a  los orientales y entró en guerra con el Brasil a fines
de 1825.
     
La  nueva   Revolución  oriental   fue  encabezada  por 
 Juan  A.
Lavalleja, un  caudillo rural,  y rápidamente  se plegó a ella su par,
Fructuoso Rivera.
Sus objetivos  eran más  modestos que los de Artigas. Si éste 
quiso la
federación y  el igualitarismo  social, además de la independencia del 
dominio extranjero,  Lavalleja y  Rivera se conformaron con liberarnos
del Brasil  y dejaron  confuso, tal  vez exprofeso, el carácter de las
futuras relaciones  de los  orientales con  Buenos Aires  así como  la
solución del problema de la tierra.
El 25  de agosto  de 1825  la 
Sala  de Representantes  de la Provincia
Oriental declaró en primer lugar la independencia absoluta del país, y
luego su unión a las demás provincias.
     
La guerra  con el  Brasil culminó  con la victoria no decisiva de
Ituzaingó en  febrero de 1827. Desde meses antes mediaba Gran Bretaña en
 el  conflicto a  través de  su enviado,  Lord Pomsomby.  La  guerra 
perturbaba gravemente  el comercio  inglés con  la Argentina debido al 
bloqueo brasileño  del puerto  de Buenos  Aires. Además, pero sólo en 
segundo plano,  a Gran  Bretaña le interesaba fomentar la independencia 
de un  pequeño estado  sobre el Río de la Plata que impidiera que las 
dos orillas  fueran argentinas. De tal modo ese río, puerta de entrada 
al principal sistema hidrográfico  navegable de  América del  Sur, se 
internacionalizaría y  el comercio  inglés no  podría ser obstaculizado 
por una Argentina fuerte.
     
En 1830  una Asamblea  electa aprobó  la Constitución  del  nuevo
país, llamado  oficialmente, "Estado Oriental del Uruguay". El régimen 
jurídico aseguraba,  en apariencia,  el orden  interno inspirándose en 
modelos europeos y norteamericanos. El nuevos estado sería republicano y
  garantizaría  los  derechos  individuales  mediante  la  separación 
clásica de  los tres poderes. El derecho del sufragio se impedia a los 
analfabetos, peones,  sirvientes y  vagos, la mayoría de la población. 
En principio,  una minoría  acomodada elegiría a diputados y senadores 
que permanecerían  3 y  6 años,  respectivamente, en  sus  funciones. 
Estos a  su vez,  y cada  4 años,  designarían al  Presidente  de  la 
República que  no podría  ser reelecto,  sino una  vez transcurrido  un 
período de  gobierno. Esta Constitución rigió los destinos del Uruguay 
hasta 1919.
     
El  país  real,  sin  embargo,  se  salteó  este  orden  jurídico
 europeizado. Las guerras civiles dominaron el escenario uruguayo hasta 
por lo menos 1876. En ellas se gestaron los dos partidos que pasaron a
la modernidad y sobrevivieron en el siglo XX: el blanco y el colorado.
     
Una breve  crónica de  los principales hechos mostrará las etapas
políticas y  revelará la  "anarquía", expresión  que apareció  en  los 
escritos de los intelectuales que integraron los efímeros gobiernos, y 
que afloró en las quejas de las clases  poseedoras de riqueza.
     
El primer presidente constitucional, Fructuoso Rivera (1830-1834)
debió soportar  tres alzamientos  del otro  caudillo  rural,  Juan  A.
Lavalleja.
Su  sucesor,  
 Manuel  Oribe    (1835-1838),  tuvo   que  combatir  dos
alzamientos del  ex-presidente Rivera.  En  1836,  en  la  batalla  de
Carpintería, los  bandos  usaron  por  primera  vez  las  dos  divisas
tradicionales: el  blanco distinguió  las tropas  del gobierno  que se
titularon "Defensores  de las  Leyes", y  el celeste primero - el otro
color de  la bandera  uruguaya -  y el colorado después, fueron usados
por los  fieles de  Rivera. Un  segundo alzamiento  de este derrocó al
gobierno de  Manuel Oribe  en 1838.  Rivera, auxiliado por la escuadra
francesa que  deseaba acabar  con Oribe,  el aliado  del gobernador de
Buenos Aires,  Juan Manuel de Rosas, ocupó Montevideo y se hizo elegir
presidente por  segunda vez  en 1839.  Ese año  se inició  la "Guerra
Grande"  cuando   Rivera  declaró  la  guerra  a  Rosas  quien  seguía
reconociendo  a   Manuel  Oribe  como  presidente  constitucional  del
Uruguay. Los dos bandos uruguayos se internacionalizaron. Rivera contó
con el  apoyo de  los enemigos  unitarios argentinos  y las  escuadras
francesas e  inglesa. Las  dos  naciones  europeas  temían  que  Rosas
anexara al  Uruguay y  deseaban además  terminar con  el monopolio que
sobre la  navegación del Paraná ejercía el gobernador de Buenos Aires.
Oribe se  apoyó en  Rosas y  puso sitio  a Montevideo durante 9 años.
(1843-1851).
     
El conflicto  se resolvió  cuando se  retiraron  los  europeos  e
intervino el Imperio del Brasil a favor del Montevideo Colorado. Oribe
y Rosas  fueron derrotados. A pesar de ello se firmó una paz entre los
orientales el  8 de  octubre de  1851 por  la cual se declaraba que no
había ni vencidos ni vencedores.
     
La atmósfera  que siguió a este conflicto fue de fusión entre los
 partidos. La  ruina de  la  ganadería,  el  comercio  y  las  fortunas
privadas por  la larga  lucha, ambientó  esa política.  Pero  los  dos
bandos habían  encarnado en  la memoria  colectiva y la lucha civil se
reanudo.
     
El presidente  Blanco Juan  F. Giró (1852-1853) fue derribado por
un motín  del ejército colorado. El nuevo caudillo de este partido, el
General y  caudillo rural  Venancio Flores,  gobierno  como  presidente
hasta 1855.  En 1856  la fusión y el pretendido olvido de los rencores
del pasado llevaron al poder a Gabriel A. Pereira (1856-1860). Bajo su
mandato,  una   fracción  del   Partido  Colorado,   llamada   Partido
Conservador, se  alzó  en  armas  y  sus  jefes  fueron  derrotados  y
fusilados en  Quinteros por las tropas del gobierno. Entre 1860 y 1864
gobernó el  presidente Bernardo P. Berro. Este pretendió continuar con
la política  de fusión  pero los  partidos  renacieron.  En  1863,  el 
General  Flores  invadió  el  Uruguay  con  el  apoyo  del  presidente
argentino Bartolomé  Mitre y  la colaboración  final del  Imperio  del 
Brasil. Bernardo  P. Berro buscó apoyo en el Paraguay para restablecer
así decía,  el equilibrio  en el Río de la Plata. Luego de la caída en 
manos de  Flores de  la ciudad de Paysandú (enero de 1865), uno de sus
generales mandó  fusilar a  los más  destacados jefes blancos. De este
modo ambos partidos tradicionales tuvieron sus mártires y una carga de
emotividad que les aseguró larga permanencia.
     
El triunfo  de Flores  culminó con  su dictadura (1865-1868) y la
intervención del  Uruguay en  la guerra  de la  Triple Alianza junto a
Brasil y  Argentina contra  el Paraguay.  En febrero de 1868, Venancio
Flores, que  había despertado  rencores apasionados, fue asesinado. El
mismo día  fue ultimado el ex-presidente blanco Bernardo P. Berro. Las
tradiciones partidarias se nutrieron de nuevos mártires.
     
Venancio Flores inició la serie de gobiernos colorados que recién
concluyó  en   1959.  Lorenzo   Batlle,  su   sucesor   y   presidente
constitucional entre 1868 y 1872, debió enfrentar un alzamiento blanco
comandado por el caudillo rural Timoteo Aparicio.
Esta revolución  fue conocida  como de "Las Lanzas" debido al 
arma que
allí se  uso de  preferencia, lo  que testimonia la tecnología militar 
primitiva de  la época.  Por su  duración (1870-1872)  y  sus  efectos 
destructivos sobre  la riqueza  ganadera, es  el conflicto  civil  que 
mejor  puede   compararse  a  la  "Guerra  Grande".  Ambos  bandos  se
reconciliaron en  la llamada  Paz de  Abril de  1872 por  la cual  los
blancos lograron por primera vez coparticipar junto a los colorados en
el gobierno.  Pero la  anarquía persistió hasta 1876 en que el coronel
colorado Lorenzo Latorre tomó el gobierno.
     
Fue  por  efecto  de  la  lucha  y  los  propios  acontecimientos
relatados,  que  colorados  y  blancos  fueron  dotándose  de  ciertos
contenidos políticos,  sociales y hasta regionales. Las personalidades
diferentes   y los vínculos sociales distintos de Rivera y Oribe, y el
principal de  los conflictos  citados -  la "Guerra  Grande" -  dieron
nueva forma  a la  oposición colonial  entre la Capital y el Interior.
Los  colorados   se  identificaron  con  el  Montevideo  sitiado,  los
inmigrantes y  la apertura  a lo europeo; los blancos, asentados en la
campaña sitiadora,  se identificaron  con el medio rural, sus grandes
terratenientes y lo americano-criollo.
     
Pero estas  diferencias no  alcanzan para explicar la profundidad
del desorden  interno que  conoció  en  esos  años  el  Uruguay.  Las
estructuras sociales,  económicas y culturales, así como la tecnología
de una  civilización pre-industrial,  deben  ser  convocadas  para  la
interpretación del hecho político y completar la imagen del país.
     
Iglesia Católica, ejército y gran propiedad, los tres pilares del
orden conservador en América Latina, eran débiles en el Uruguay.
     
El alto  clero no existía en 1830, recién en 1878 el Uruguay tuvo
su primer  obispado. El bajo clero era escaso, a menudo extranjero, de
escasa formación  teologíca y  relativo nivel  moral. Sin  propiedades
importantes, su  influencia  se  reducía  a  representar  la  religión
mayoritaria de la población.
     
El ejército  era pequeño  y carecía del monopolio de la coacción
física. El habitante del medio rural, que manejaba el caballo, el lazo
y el  cuchillo para  trabajar en las faenas rurales, se transformaba a
la menor  insinuación de  sus líderes,  en rebelde  activo  y  soldado
competidor del profesional.
     
La gran  propiedad, que dominaba la estructura agraria, no estaba
asentada. Los  poseedores del  período revolucionario  lucharon contra
los viejos  propietarios -  a menudo  ellos  también  con  títulos  de
propiedad imperfectos  - de  la colonia.  El  gobierno  debió  ser  el
árbitro de  estas tensiones  que a  menudo se  trasvasaron a  la lucha
entre blancos  y colorados,  mas afines  los primeros  a  los  grandes
propietarios y  los segundos  a los grandes y pequeños poseedores. El
lugar social,  entonces, dependió  del Estado  más que el Estado de la
clase terrateniente.
     
Los  medios   de  comunicación  y  transporte  eran  los  de  una
civilización ganadera.  Un hombre  bien  montado  y  con  caballos  de
relevo, podía  comunicar Montevideo  con San  Fructuoso, villa  a 400
kilómetros de  distancia, en  dos días,  pero el  servicio regular  de 
diligencias, recién  organizado a partir de 1850, tardaba por lo menos
4 o 5 días si los ríos y arroyos daban paso y no estaban crecidos. Las 
carretas que  transportaban cueros  y lanas tardaban un mes. El ganado
fluía a  los saladeros  por sus  propios  medios  y  daba  vida  a  la
actividad de  un personal  especializado en su conducción, el tropero.
La agricultura, en cambio, dependía de la pesada y costosa carreta por
la que  se desarrolló únicamente en torno a las ciudades consumidoras.
Sólo la  región del  litoral, sobre  el río  Uruguay, gozó  de mejores 
comunicaciones ya que Salto se ligó a Montevideo desde 1860 por líneas 
de vapores que recorrían la distancia en 3 días.
     
Mantener el control de la campaña desde la excéntrica Montevideo
era muy difícil con este sistema de comunicaciones y transportes.
Cuando la  noticia de  la revolución  rural llegaba  a la  Capital, la
subversión  ya   había   tomado   cuerpo.   Los   diversos   ejércitos
gubernamentales  incluso   tenían  dificultades   para   conocer   sus
posiciones y  combinar esfuerzos contra los rebeldes, como sucedió por
ejemplo, con los colorados durante la "Revolución de las Lanzas".
Texto elaborado por  José Pedro Barrán y extraído del sitio www.rau.edu.uy
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responde las siguientes preguntas y entrega la tarea el JUEVES 11:
    
  
   a) Desde 1815 Artigas pudo gobernar todo el país hasta 1820. ¿Qué sucedió en ese momento?
 
  b) En 1830 se declara al "Estado Oriental de Uruguay" como una nación independiente, ¿qué características legales y políticas tenía?, ¿quién fue el primer Presidente de la República?
  
 
   c) ¿Qué hecho , que hasta el día de hoy se conserva, quedó establecido en la batalla de Carpintería? ¿Quiénes fueron los principales personajes de esa época?
  
 
   d) Guerra Grande: explica por qué sucedió, quiénes participaron y cuánto tiempo duró.